Talpa occidentalis
Hay dos especies de topos presentes en la Península Ibérica, el topo ibérico (Talpa occidentalis) y el topo europeo (Talpa eurpaeu); la descripción para el topo ibérico es aplicable también al topo europeo. Como diferencias externas, aunque sin demasiada validez diagnóstica, se puede indicar que el topo ibérico es generalmente más pequeño, con el hocico algo más corto, los ojos siempre ocultos bajo la piel y las extremidades anteriores relativamente más anchas.
REPRODUCCIÓN
En el noreste ibérico el período reproductor se extiende de diciembre a junio, con un máximo de actividad de enero a marzo. En Galicia se ha citado un período de celo de marzo a mayo, pariendo normalmente cuatro crías y teniendo la inmensa mayoría de las hembras un solo parto. Ambos sexos no se reproducen hasta el primer año de vida. El número medio de crías por camada es de 2 a 4. Las crías son altriciales (crías altriciales son aquellas que nacen ciegas, sin los conductos auditivos abiertos, prácticamente sin pelo y con una movilidad muy limitada. Su organismo debe madurar después del nacimiento para alcanzar las características del individuo adulto y requiere un largo proceso de aprendizaje).
COMPORTAMIENTO
Los topos raramente salen a la superficie, salvo para buscar agua o durante el período de dispersión juvenil. Viven en una intrincada red de túneles, que excavan con sus extremidades anteriores. Son territoriales y existen túneles de paso compartidos por varios individuos.
Los topos han sido acusados de ser animales dañinos al destrozar las huertas y cortar las raíces de las plantas, dificultar el corte de la hierba con las toperas, desnivelar las praderas y mancar a los animales al hundirse las toperas a su paso.
ALIMENTACIÓN
Su dieta se basa principalmente en tres recursos: las lombrices, las larvas de dípteros y las larvas de coleópteros, aunque también incluye, en menor medida, himenópteros (avispas, hormigas, abejas), coleópteros adultos (escarabajos) y quilópodos (ciempiés).
